En mi trabajo en la Unidad del Dolor de Jaén tengo la oportunidad de comprobar en qué medida el dolor psíquico se traduce en dolor físico. Como si hubiera una derivación eléctrica y esa emoción que no puede expresarse o que no puede tener una salida adaptada se transformara en dolor corporal. Lo que llamamos somatización.
Habitualmente comienzo guiando al paciente para que se haga consciente de su respiración, para luego llevar su atención a distintos puntos de su cuerpo como en la Meditación Mindfulness. Cuando el paciente está plenamente conectado con sus sensaciones corporales le pido que me diga en qué lugar hay síntomas dolorosos o sensaciones de cualquier tipo, cosquilleos, pinchazos...A continuación le pido que se fije en alguno de esos síntomas y esté atento a los cambios en las sensaciones, a las imágenes o recuerdos que acuden a su mente y es entonces cuando aparece algo asociado a esa sensación, como si el cuerpo le estuviera señalando una situación que genera emociones que el paciente reprime.
Ahí es donde puedo empezar a trabajar con las técnicas de la Terapia Gestalt, por ejemplo estableciendo un diálogo entre la imagen que ha aparecido y la parte del cuerpo en la que se produce la sensación dolorosa, todo ello dirigido a que el paciente se haga consciente de aquello que bloquea. Después de este trabajo el paciente se siente relajado y muy aliviado.
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