Pensar según opuestos tiene hondas raíces en el organismo humano. La diferencia según opuestos es una cualidad esencial de nuestra mentalidad y de la vida misma.
Existen los opuestos, y obviamente no habría ninguna necesidad de reconciliación entre ellos si no hubiera una pelea o un conflicto en el cual se viven como excluyente uno del otro; incluso ni siquiera reconocemos la existencia de una de las polaridades.
Cuando nosotros trabajamos opuestos en nuestros pacientes, generalmente aparecen guerras espantosas, una parte es la que impide ser, crecer y vivir a la otra. Las cosas que se puede decir una persona a sí misma son insólitas, los grados de descalificación, violencia y crueldad que puede tener una persona con su otro yo, digamos, son increíbles. Lo obvio es que esta pelea es algo inventado, neurótico, artificial, y que esa persona que tenemos al frente es una sola; por lo tanto, no tenemos ninguna duda de que si realmente asume el discurso de cada una de sus partes, con todo el cuerpo, en un espacio diferente para uno y otro, esto tiene que terminar en una reconciliación o por lo menos en una coexistencia pacífica porque ambos personajes habitan en una misma morada, y el cuerpo no acepta dividirse sino a expensas de graves consecuencias.
No sorprende que Perls centrara el trabajo de las polaridades en lo que él denomina "top-dog" y "under-dog", aunque permanentemente está aludiendo a otros opuestos dialécticos, como el contacto y el retiro, y explícita muy claramente cómo el contacto con las polaridades es lo que favorece nuestra capacidad de discriminar.
Es muy frecuente que nuestros pacientes y las personas en general se quejen de aspectos de sí mismos que sienten que los perjudican o de los cuales hablan sólo para dejar en evidencia que no tienen lo opuesto. A veces están absolutamente convencidos de que si cambiaran ese rasgo, todo sería diferente para ellos, y no pueden explicarse la persistencia con que aquella característica les aparece. Es el desconocimiento de las leyes de la dinámica gestáltica.
Trabajar con polaridades y con todo aquello que se exprese a través del cuerpo, dolores, contracturas, tensiones, etc., ha de ser lo más elemental en Terapia Gestáltica, y lo que le dará un sitio definitivo a Fritz Perls entre los descubridores que han aportado algo positivo al bienestar del hombre.