La terapia es un camino de crecimiento

La terapia es un camino de crecimiento.

La primera etapa es la de la partida del viaje: el paciente decide acudir en demanda de ayuda para superar una crisis o enfermedad de algún tipo.

En terapia se cruza un umbral que consiste en una decisión voluntaria y consciente de querer mirar hacia dentro y entregarse a la búsqueda de otra manera de ser. A lo largo del camino el paciente descubre introyectos, recoge proyecciones e integra polaridades.

Al final del camino le espera el redescubrimiento de sí mismo pues las fuerzas buscadas y ganadas han estado siempre dentro de su corazón.

martes, 21 de julio de 2020

LOS HIJOS SIN LIMITES ESTÁN DESPROTEGIDOS

                                                
Como psicóloga me encuentro habitualmente en ese papel de mostrar a padres y madres que lo que entienden por ser "buenos padres" es en realidad una entrega a los hijos, a veces niños, otros adolescentes, de un poder que no saben manejar y que se acaba volviendo en contra de ellos mismos. 

Faetón era hijo de Helios y de la ninfa marina Climene. Cuando Faetón era joven, su amigo Epafo le dijo que no era hijo del dios del sol y que su madre le había mentido sobre su origen.

Faetón salió a buscar a su padre y finalmente lo visitó en su reluciente palacio El dios del sol le dio una cálida bienvenida y Faetón le pidió una prueba irrefutable de que era su padre. Helios juró por la laguna Estigia que llevaba al mundo de los muertos que estaba preparado para darle a su hijo lo que quisiese. Entonces el joven le pidió montar en su cuadriga y recorrer los cielos durante un día (ver Helios). Helios lamentó haber hecho la pro­mesa, pero ya no podía dar marcha atrás y sólo le aconsejó tener cuidado, porque se exponía a sí mismo y al mundo a un gran peligro, ya que sólo Helios -ni siquiera Zeus- sabía dirigir su cuadriga y los caballos que la llevaban. Pero Faetón, entusiasmado, no quiso oír a su padre y éste le cedió la cuadriga.
Los cuatro caballos que despedían fuego fueron enjaezados y Helios le pidió a su hijo que no les dejase correr en exceso, ni volar demasiado bajo o demasiado alto. Inmediatamente después de partir perdió el control de las riendas y la cuadriga se desvió, causando el pánico entre las constelaciones del firmamento. Poco a poco se aproximó a la superficie de la tierra, abra­sando ciudades, países y montañas. Los ríos se secaron, se formaron los desiertos y la piel de los etíopes se oscureció. Gaya sufrió una dolorosa agonía y pidió ayuda a Zeus. El rey de los dioses sabía que había que intervenir rápido y derribó al auriga con uno de sus rayos. El joven fue a parar al río Eridano -que más tarde sería el Po- y se mató.

El mito de Faetón nos ilustra acerca de un problema actual importante que es la desorientación de muchos padres en cuanto a su papel como autoridad (término denostado y que la mayoría de la gente entiende como autoritarismo) en la familia. Es decir, no saben cómo ser padres. El ejercicio de la autoridad consiste en saber poner límites que contengan y encaucen los actos de sus hijos, de forma que cuando el hijo sabe que hay un límite que no debe traspasar porque habrá consecuencias, el padre muestra al hijo cómo ha de contenerse a sí mismo. El límite es una protección para el hijo, porque aprende a ponérselo a sí mismo y así puede ponerse en la posición de encauzar su propia energía.

No es fácil poner límites a los hijos hoy. Y sí es habitual encontrarnos con padres que ya no saben qué posición tomar  con sus hijos cuando los desafían, desobedecen, insultan, chantajean...

La mitología es una fuente de conocimiento tal, así nos lo demuestra Carl Jung con su Psicología Analítica, que normalmente me basta con contar a esos padres y madres el mito de Faetón para que comprendan el desequilibrio que se está produciendo en la educación de sus hijos. Un hijo que no sepa soportar la frustración no puede hacerse responsable. Antiguamente se respetaba como algo natural la autoridad de los padres, se consideraba incuestionable. Actualmente hay una gran consfusión porque los padres no quieren repetir patrones que consideran injustos, y caen en la posición contraria: No querer ser autoritario y así no perder el amor del hijo...y es el propio hijo el que se convierte en déspota.

Aprender a ejercer la autoridad de forma responsable y sin agresividad es la tarea de los padres de hoy, y eso requiere madurez. Ejercer de padres, aún con los hijos en contra, es hacer encaje de bolillos hoy en día..... ser capaces de no entrar al trapo de las provocaciones de los hijos, actuar padre y madre unidos como un equipo, mostrar la propia madurez y responsabilidad hace que el hijo lo vea y lo aprenda.